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HATHA YOGA

El tipo de Yoga que se realiza en Live Yoga es Hatha Yoga, una disciplina milenaria que trata de equilibrar las energías HA y THA dentro del cuerpo humano. En el Yoga todo se desarrolla relacionado con la energía. La ciencia oriental predica que hay dos fuerzas o energías que dirigen el funcionamiento del universo y por tanto del cuerpo humano. La energía HA o YANG responde a las siguientes cualidades: movimiento, calor, actividad extroversión, apertura.

La energía THA o YIN responde a las cualidades como la quietud, el frío, el descanso, la introversión, el recogimiento. Ambas cualidades energéticas son necesarias en la vida, cuando un cuerpo tiene exceso de HA estamos hiperactivos, tensos, estresados, ansiosos en continuo movimiento físico y mental. Por otro lado, el exceso del THA nos vuelve perezosos, inactivos, desmotivados, depresivos.

El camino del Yoga nos lleva hacia el equilibrio, por lo que ambas energías deben estar presentes haciendo que nos sintamos: activos y tranquilos, volcados al exterior sin dejar de sentir nuestro interior, en busca de objetivos, pero aceptando y disfrutando de lo que ya tenemos. En una clase de yoga este equilibrio debe estar siempre presente combinando el Yin con el Yang, de esta forma acabaremos la sesión sintiéndonos activos y descansados. Si las dos energías se activan adecuadamente, la relajación ganará en calidad y nos sentiremos realmente bien.

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METODO NARADEVA

Las clases de Live Yoga se desarrollan siguiendo el Método Naradeva. Este método ha sido desarrollado después de años de experiencia con miles de alumnos en toda España. La filosofía de Naradeva trata de adaptarse a las necesidades actuales, manteniendo las raíces antiguas del Yoga clásico, pero renovándose permanentemente para atender la demanda de los nuevos tiempos que estamos viviendo.

Nuestro enfoque del yoga se basa en buscar un equilibrio entre técnica y actitud. Hay escuelas donde se considera muy importante la técnica a la hora de realizar las posturas, son muy exigentes con el trabajo corporal y la actitud con la que se realizan las posturas no importa tanto como la realización perfecta de las asanas. Otras escuelas dan más importancia a la actitud con la que se realizan las asanas dejando al margen que los ejercicios sean técnicamente correctos. El Método de Yoga Naradeva apuesta por nivelar la balanza, por eso las clases están llenas de buenos principios y actitudes a la vez que, sin ser muy rigurosos, cuidamos los aspectos técnicos para hacer una práctica próspera y segura.

Creemos que hay que acompañar la práctica de Yoga de una actitud adecuada que conlleve un comportamiento no lesivo y amable con uno mismo. Esto es, una actitud de no competición, de justa exigencia, de esfuerzo moderado, trabajando a favor de uno mismo y no contra. No es tan importante que una Asana este ejecutada perfectamente, como que cada uno sienta que está haciendo un buen trabajo sin llegar más allá de lo limites que su propio cuerpo le indica, evitando así lesiones o molestias innecesarias. Tampoco buscamos posturas “de libro” o posturas perfectas desde el punto de vista estético, sino que le damos más importancia a una práctica que nos ayude a mejorar nuestra salud, y que aporte bienestar a nuestra vida. La técnica sin actitud adecuada no da frutos, es como una buena semilla sembrada en terreno estéril. La actitud sin técnica se queda en una buena intención, es como una tierra fértil donde no se ha plantado ninguna semilla.

Puedes leer más sobre el método Naradeva (Descarga el archivo PDF)

La finalidad del Hatha Yoga es equilibrar la energía vital, para así construir una buena salud y prepararnos para el trabajo introspectivo. Para ello se utilizan tres herramientas:

Asanas o ejercicios corporales son posturas en la que se somete al cuerpo a una combinación equilibrada de tonificación y estiramiento. Unas veces el cuerpo permanece inmóvil (asanas estáticas) y otras hay movimiento acompañado de una pauta respiratoria (asanas dinámicas).

En las asanas aplicamos el principio de no competitividad, trabajando con el cuerpo como amigo y aliado y no en contra de él. Dejamos atrás todo espíritu competitivo, siendo más importante la aceptación de lo que ya hay que la consecución de nuevas metas. La práctica se convierte en comunicación y buena relación con el cuerpo. De esta forma nos relajamos y posibilitamos que funcionen los mecanismos curativos del organismo. Paradójicamente, cuanto más aceptamos el cuerpo que tenemos, tanto estética como funcionalmente, más propiciaremos que se dé un cambio en nosotros que nos aporte más armonía.

Tratamos de alcanzar un nivel de esfuerzo justo y cómodo. La postura ha de ser firme y cómoda. Hemos de encontrar un buen equilibrio entre el esfuerzo que realizamos y lo cómodos y relajados que nos sentimos. Las asanas se han de realizar de forma firme pero también dejando un espacio para la comodidad. Así, el cuerpo al verse libre de exigencias, se relaja y libera la tensión. El máximo beneficio no se obtiene con el máximo esfuerzo, sino con el esfuerzo justo. En las clases invitamos al alumno a esforzarse sin llegar al dolor. Distinguimos entre el esfuerzo sano, en el que, aunque el ejercicio nos canse y exija sacar fuerzas de nuestra voluntad no es doloroso ni asfixiante, del esfuerzo insano, en el que la tensión y la exigencia que ésta genera limita los beneficios obtenidos. La máxima que aparece en textos milenarios del Yoga que dice: “firme y cómoda ha de ser tu postura”, define muy bien la forma de trabajar en Naradeva donde buscamos una práctica respetuosa con uno mismo.

En las clases se aprende a encontrar los propios límites. Este es uno de los aprendizajes del Yoga que nos sirven también fuera de la clase. Cuando uno se esfuerza dentro de sus límites actuales, estos se ensanchan de forma natural, haciéndose innecesario el dolor que nos ocasiona traspasarlos. Cada practicante debe realizar el ejercicio con un grado de exigencia de acuerdo a sus posibilidades actuales. Esto hace que un mismo grupo reúna a principiantes y veteranos, ya que los ejercicios son similares para ambos. Lo que cambia es la intensidad con que cada uno los va a realizar, así como la profundidad que le dará al ejercicio a través de su actitud.

En el Hatha Yoga tan importantes son los momentos de acción y esfuerzo como los de descanso, en los que integramos y sentimos el efecto de cada Asana. Por eso el profesor o profesora trata de combinar adecuadamente la acción y la quietud en cada clase. En algunos momentos lo oportuno es hacer mientras que es otros conseguimos más con el no hacer.

 

Postura, respiración y concentración:

Para que las asanas nos aporten un efecto beneficioso que trascienda lo físico y equilibre nuestra mente y emociones, hay que acompañarlas de una respiración profunda y fluida y de una total concentración. Podemos decir, pues, que existen tres elementos claves para que la práctica del Hatha Yoga nos aporte unos resultados óptimos: postura correcta, respiración consciente y mente concentrada. Si a la asana le faltase alguno de estos puntos, dejaría de aportarnos todos sus beneficios y se convertiría en un ejercicio gimnástico sin más. La postura ha de estar correctamente realizada desde el punto de vista técnico.

Las asanas están estudiadas para ejercer un beneficio óptimo en la salud. Cada una de ellas se centra en una parte o aspecto de nuestra anatomía. La realización de una serie de asanas armónicamente conjuntadas aporta un resultado completo al organismo. Por eso ponemos especial atención en diseñar series de ejercicios equilibradas y bien estructuradas. Durante la práctica de las asanas es de vital importancia el uso consciente de la respiración. Sincronizar la respiración con los movimientos añade una dimensión muy importante a los ejercicios y favorece la concentración. Respirar de una manera nasal, fluida, lenta y profunda produce una mejor relajación y hace que la tensión desaparezca.

Además, la mente ha de estar concentrada en el cuerpo. Es la interacción entre el pensamiento consciente y el cuerpo lo que hace que éste responda positivamente al ejercicio. La presencia de la atención comunica mente y cuerpo: la mente sugiere y el cuerpo responde. Cada parte del cuerpo recoge el mensaje sanador emitido desde la voluntad, y así reacciona y genera equilibrio.

Respiración, la llave para el control de uno mismo

Nuestras emociones tienen siempre un efecto directo en el cuerpo. Son muchas las funciones fisiológicas que se ven afectadas con cada estado de ánimo. Cuando estamos sometidos a tensión, el corazón se acelera, los músculos se tensan, la digestión se detiene, la respiración se altera y se dan otros muchos cambios en los ritmos internos. Por el contrario, cuando se dan situaciones de tranquilidad, todos estos procesos revierten.

La emoción que sentimos en cada momento juega un papel importante en los procesos que se dan en nuestro cuerpo. La ira afectará al hígado, el miedo al riñón, la tristeza al pulmón y así sucesivamente. La ciencia oriental tiene bien estudiada esta correspondencia entre las emociones y la salud de los diferentes órganos.

Con cada emoción, el cuerpo se prepara para afrontar una situación diferente. Algunas aceleran los procesos, otras los ralentizan y otras simplemente los alteran. Todo esto se hace de un modo inconsciente, como accionado por un piloto automático. En principio no tenemos control consciente de las funciones del cuerpo, es decir, no podemos decidir que el corazón se ralentice o que el estómago segregue más jugos. Pero la respiración sí que la podemos controlar conscientemente: podemos decidir en un momento dado respirar más rápido o más lento, más profundo o más superficial, incluso dirigir el aire hacia el pecho o hacia el abdomen. Tenemos la llave para entrar en el panel de mando de los procesos corporales, pues a una respiración pausada y profunda, seguirán el resto de funciones: el corazón se ralentizará, los músculos se relajarán…

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Las funciones están encadenadas a través de conexiones del sistema nervioso autónomo: si modificas una de ellas, las demás van reaccionando y se modifican también.

Y no sólo esto, las emociones también responderán al cambio de respiración. Si respiramos como lo hacemos de forma natural cuando estamos tranquilos, generaremos calma y equilibrio. Tenemos una herramienta para cambiar el estado emocional que tanto sufrimiento nos causa. Éste es uno de los grandes secretos del Yoga: trabajando conscientemente con la respiración podemos mejorar nuestra salud y equilibrar las emociones.

Cuando estamos en un estado emocional alterado, no sabemos qué hacer y nos desesperamos hasta que se nos pasa. Ahora tenemos un recurso que puede modificar el interruptor interno de tensión a tranquilidad. En Naradeva le damos mucha importancia a que, desde el primer día de clase, se aprenda a respirar correctamente y se utilice esta herramienta para, por un lado, vitalizar el organismo y, por otro, equilibrar las emociones y el sistema nervioso.

Cuentan las leyendas que los dioses al nacer nos asignan un número determinado de respiraciones y que nuestra vida acabará cuando las hayamos consumido todas. El Yoga nos invita a respirar lenta y profundamente, y esto hará que tardemos más tiempo en “gastar” nuestras respiraciones y así se alargará el tiempo de vida.

Para relajarnos hacemos actividades como pasear, salir al campo, ver cine o estar con amigos. Todo eso está bien, pero no tiene nada que ver con el concepto yóguico de relajación. Cuando uno experimenta una buena relajación en una clase de yoga, se da cuenta de que hasta ese momento no se había relajado de verdad.

Relajarse implica hacer un viaje que comienza en el cuerpo físico y nos lleva hacia lo emocional y mental. Viaje que anteriormente hemos realizado en sentido contrario. Cada vivencia emocional que vivimos genera tensión en el cuerpo, primero en los músculos y más tarde en los órganos. La carga emocional y mental de las experiencias queda grabada en el cuerpo en forma de tensión. Toda nuestra historia emocional está escrita en el cuerpo y afecta cuanto más antigua es a capas más profundas de tejidos. Así, vivimos llenos de cargas ya innecesarias: quizás la experiencia pasó, pero el recuerdo sigue en la memoria de los tejidos. La tensión va generando rigidez y con el tiempo posiblemente enfermedad.

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Al igual que nos aseamos limpiando las capas más externas del cuerpo, debemos deshacernos habitualmente de la suciedad tensional que nos genera la vida. Actividades como las mencionadas anteriormente nos relajan hasta cierto nivel, pero raramente en profundidad.

En Yoga, comenzamos la relajación por el cuerpo, tumbándonos cómodamente e invitándole a desconectar la tensión de cada parte mediante un diálogo mental. Es decir, conectamos íntimamente la mente y el cuerpo. Sugerimos mentalmente la relajación, y el cuerpo responde aflojándose. El cuerpo no se relaja solo, necesita que desconectemos la orden que se le dio en su día de permanecer alerta. En la medida que el cuerpo responde y se va relajando, también lo hacen los niveles emocional y mental, y así vamos alcanzando la experiencia de auténtica relajación que abarca todo lo que somos.

Mantenerse unos instantes en ese estado de total relajación equivale en descanso físico y psíquico a varias horas de sueño. La relajación vivida de esta forma es mucho más que el concepto habitual que tenemos de relajación, se convierte en algo realimente sanador.

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